domingo, 15 de enero de 2012

España en busca de vida marciana

El próximo mes de agosto un vehículo de la NASA llegará a la superficie de Marte. Su misión será recorrer el planeta rojo para estudiar qué probabilidades tiene la comunidad científica de encontrar vida extraterrestre. La misión 'Curiosity' salió hacia el espacio el pasado mes de noviembre desde el Kennedy Space Center. Pero ese día Cabo Cañaveral estaba plagado de científicos y autoridades españolas. No era para menos. España había desempeñado un papel importante en el proyecto.

El rover marciano más potente que se ha construido hasta la fecha lleva en sus entrañas un avanzado instrumento de medición diseñado en el Centro de Astrobiología (CAB), un instituto de investigación español con participación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA).

Recreación del 'Curiosity'. | CSIC / INTA
Aunque la NASA eclipse con su potencia científica y económica cualquier otra iniciativa, España es uno de los actores importantes en el estudio de Marte y de la posibilidad de que el planeta rojo albergue alguna forma de vida aún desconocida. Y en la escena de la investigación espacial, el CAB es uno de los centros más activos de España.

Precisamente el mismo día que la misión Curiosity de la NASA despegaba desde Cabo Cañaveral hacia Marte portando un pedacito de la más avanzada tecnología española, comenzaban en Río Tinto las perforaciones científicas para saber a qué profundidad y en qué condiciones se puede encontrar vida en el subsuelo del planeta rojo.

El pequeño 'Marte' español

Río Tinto es probablemente el mejor análogo geoquímico de Marte que hay en la Tierra. Los minerales que han encontrado en el planeta rojo también están presentes en este rincón de Huelva.
Resulta insólito que el mismo instituto de investigación esté yendo hacia arriba y hacia abajo al mismo tiempo para avanzar en el conocimiento de Marte. Y, más aún, si pensamos que se trata de uno español. Pero eso es precisamente lo que está haciendo el Centro de Astrobiología. Precisamente Javier Gómez Elvira, el director del CAB, es el investigador principal del proyecto que dio lugar al instrumento REMS, cuyas siglas en inglés significan Estación Ambiental y Meteorológica del Rover.
Cuando el vehículo marciano surque la superficie del planeta a partir del mes de agosto, este aparato será el encargado de estudiar las condiciones ambientales para saber qué probabilidades tiene la comunidad científica de encontrar vida en Marte.
Para el futuro queda la misión que decida perforar su superficie para buscarla definitivamente. "¿Que si la NASA hará una misión que perfore Marte para tratar de encontrar vida? Eso es seguro", asegura Javier Gómez Elvira a ELMUNDO.es.
Pero para ello es necesario estudiar cómo y dónde buscarla. Y ese es el objetivo científico del sondeo que se está realizando en Rio Tinto y que obtendrá testigos de roca hasta una profundidad de 1.000 metros bajo la superficie para averiguar si hay vida microbiana a esa profundidad o los restos biológicos de su presencia pasada.

Un modelo para buscar vida en el planeta rojo

Testigo de roca. | J. Yáñez 
Ahora, este proyecto, que cuenta con un presupuesto de 3,4 millones de euros para cinco años, ha vencido un buen número de dificultades técnicas para conseguir perforar una base de roca a centenares de metros de profundidad y sacar testigos de piedra -que parecen el mármol negro de las columnas de los museos del siglo XIX- en condiciones casi estériles, para evitar que se contaminen con bacterias de la superficie.

Antes de empezar a perforar, se realizó un estudio de la zona para saber qué profundidad es la más adecuada para buscar esas condiciones en el subsuelo. "La geofísica dice que lo más interesante está entre 400 y 600 metros bajo la superficie", afirma Ricardo Amils, director del proyecto de perforación IPBSL (Detección de Vida en la Faja Pirítica Ibérica, por sus siglas en inglés).

Ricardo Amils y Javier Gómez Elvira fueron pioneros en el estudio en la Tierra de los ambientes 'marcianos' como el de Rio Tinto. Ambos bromean acordándose del primer instrumento que usaron hace años para estudiar el ambiente de este río ácido. Lo bautizaron como Tritón, pero "era una cafetera", recuerda Amils.

Los ingenieros que lo diseñaron no se creían que las aguas de la mina podían resultar tan corrosivas. Y tras sumergirlo en el agua roja para tomar muestras, quisieron recuperarlo. Pero lo que sacaron poco se parecía a lo que había entrado en ese líquido ácido. Las juntas estaban corroídas y el instrumento quedó inutilizado. «Cómo hemos evolucionado desde nuestra primera visita a Río Tinto», dice nostálgico Gómez Elvira.

Hace 15 años, antes de que comenzaran las investigaciones del equipo de Ricardo Amils sobre organismos extremófilos -aquellos que son capaces de vivir en ambientes extremos-, nadie en la comunidad científica pensaba que el subsuelo albergaba vida. Ahora, la NASA ya tiene en mente que alguna de las próximas misiones al planeta rojo sea precisamente para perforar su superficie en busca de alguna forma de vida.

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