miércoles, 11 de enero de 2012

El Doomsday Clock

Las manecillas del 'reloj del apocalipsis' ('Doomsday Clock', en inglés) avanzaron un minuto ante el mayor riesgo de un posible desastre nuclear o una catástrofe causada por el cambio climático, según anunció el grupo de científicos que lo regula en el 'Boletín de los Científicos Atómicos'.
Este reloj, situado en la Universidad de Chicago y creado en 1947 por un grupo de científicos preocupado por el posible estallido de una guerra nuclear, se ha convertido en un indicador universalmente reconocido de la vulnerabilidad del mundo.
La última vez que el 'reloj del apocalipsis' movió sus manecillas fue en enero de 2010, cuando los científicos retrasaron las agujas un minuto desde los cinco a los seis minutos antes de la medianoche.

Un acto simbólico

Sin embargo, "frente a los avances insuficientes en la reducción de armas nucleares y la proliferación y la falta de acción continua sobre el cambio climático", han decidido avanzar la maquinaria un minuto hasta las 23.55, hora que simbólicamente representa que la humanidad está a cinco minutos de la hecatombe.
En un comunicado emitido por el comité de científicos que forman parte de la junta directiva de la revista se señala que "hace dos años parecía que los líderes mundiales podrían confrontar las amenazas globales a las que nos enfrentamos".
Pero "en muchos casos, esa tendencia no ha continuado o se ha revertido. Por esa razón, el Boletín de los Científicos Atómicos ha movido la manecilla del reloj un minuto más cerca de la medianoche, de vuelta a la hora que marcaba en el año 2007".

Los momentos más críticos

Las agujas del reloj han estado en varias ocasiones muy cerca de la medianoche del día del desastre, la que más en 1953, cuando se colocaron a dos minutos de las cero horas a raíz de la primera explosión de una bomba de hidrógeno por parte de Estados Unidos.
En 1972, el reloj se retrasó a doce minutos, tras la firma del acuerdo de limitación de armas nucleares estratégicas (SALT).
En 1988, quedó colocado a seis minutos del momento final y en 1990 los cambios en el Este de Europa permitieron retrasar hasta diez minutos el posible comienzo del fatídico día.

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