lunes, 9 de abril de 2012

La ilusión del movimiento autocinético

Para llevar a la práctica el ejercicio que estoy a punto de explicar necesitáis estar en una habitación totalmente a oscuras, y tener un pequeño objeto luminoso. Luminoso sí, pero que no haga visible con su luz los objetos sobre los que descansa dicho objeto. Es decir, una bombilla no vale, porque la luz hace que si coloco una lámpara sobre la mesa, al encenderla podemos ver la mesa sobre la que está.

Me estoy refiriendo más bien a uno de esos objetos luminiscentes de pequeño tamaño, un piloto de un electrodoméstico podría servir también. Es decir, cualquier fuente de luz que sea visible en la oscuridad, pero que no haga visible nada más. Algo como lo de la foto…


¿Qué hay que hacer? Colocar el objeto sobre una mesa, ponerse uno luego a la mayor distancia posible dentro del cuarto y apagar la luz. Hecho esto,hay que mirar fijamente el objeto en cuestión. Quedarse quieto y mirar. Sencillo de hacer.

¿Qué ocurre? ¿Algo especial? Al poco tiempo es posible que os parezca que el objeto que acabáis de soltar empieza a ¡¿moverse solo?!

Sí, pero tranquilos, solamente lo parece. Lo que acabáis de experimentar es un efecto muy chulo que se conoce por el nombre de “ilusión de movimiento autocinético”. Parece ser que si eliminamos toda referencia del entorno nos cuesta percibir de forma adecuada si un objeto se mueve o por el contrario está quieto en las condiciones mencionadas.

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