viernes, 16 de marzo de 2012

La maniobra Valsava


Resulta que cuando hacemos un esfuerzo muscular intenso de corta duración, tendemos a apoyarnos en la acción de contener el aire en los pulmones, en lugar de expulsarlo (espirar). Muchos usuarios de las salas de musculación y deportistas recurren a esta maniobra cuando mueven pesos de cierta magnitud. Desde CuerpoSapiens nos hemos propuesto desmontar su utilidad en el entrenamiento de la fuerza, con objeto de resaltar su riesgo cardiovascular.

Pues no, Valsalva no es un compañero de entrenamiento, cuando se trata de mover el hierro hasta quedar sin aliento. En realidad, Antonio Maria Valsalva (imagen 2) fue un médico italiano nacido en el siglo XVII, que describió y dio nombre a una maniobra relacionada con la dinámica de dicho aliento. Así, la maniobra de Valsalva consiste en expulsar el aire forzadamente (espirar), pero tapando la nariz y cerrando la boca, al tiempo que se cierra la glotis.  Estas acciones aumentan la presión en las trompas de Eustaquio. Si las trompas están permeables, el aire entrará de manera forzada en el oído medio.

Curiosamente, también determina una serie de sucesos musculares y cardiovasculares que tienen su importancia cuando suceden entrenando la fuerza. Para hacerse una idea el lector, se identifica fácilmente al usuario de un gimnasio que se apoya en dicha maniobra, por la “cara de inflar globos” al levantar pesos. Podemos encontrar entrenadores o técnicos de Fitness que desaconsejen realizar dicha maniobra, guiados por criterios de salud. Por razones de rendimiento deportivo, otros encuentran adecuada su aplicación.

La maniobra de Valsalva al desnudo:
Al espirar contra la glotis cerrada; aumenta la presión intratorácica, lo que afecta a la presión arterial (PA) que disminuye, debido a que se reduce el retorno venoso (RV).
Podemos decir que, la presión arterial aumenta al comenzar nuestro esfuerzo con esta maniobra, por el aumento de presión intratorácica, sumado a la presión aórtica. Sin embargo, a los pocos segundos desciende, porque la gran presión dentro del tórax (presión intratorácica) llega a comprimir las venas. Ésto provoca que disminuya el retorno venoso y el gasto cardíaco (GC). La disminución de la PA es detectada entonces por unas terminaciones nerviosas, los barorreceptores, que inhiben su actividad, lo que reduce el tono vagal y aumenta el tono simpático1 del corazón y vasos periféricos. Como resultado, se induce la elevación de la frecuencia cardíaca (FC) (taquicardia), el aumento de la fuerza de contracción del corazón y vasoconstricción de los vasos periféricos. Todo ello contribuye al aumento el GC.
1) El sistema nervioso autónomo se compone de los sistemas simpático y parasimpático. Las acciones de ambos sistemas son opuestas entre sí, pero actúan en equilibrio conjuntamente. El nervio Vago inerva al corazón y el aumento del tono vagal, o actividad parasimpática de dicho nervio, reduce al FC. El aumento del tono simpático se refiere a la estimulación de la inervación del corazón que eleva su FC, e implica la reducción del tono vagal. En ejercicio físico predomina la estimulación simpática con aumento de activación cardíaca, de la PA y vasoconstricción en músculos no activos, en reposo (recuperación) predomina la actividad parasimpática, con los efectos opuestos.
Al terminar la maniobra y abrir la glotis, regresa a la normalidad la presión intratorácica. Lo mismo ocurre con el GC, aunque continúe la vasoconstricción de los vasos periféricos. Al incrementarse la PA de nuevo, la respuesta de los barorreceptores estimula la actividad del nervio Vago e inhibe la actividad simpática, lo que produce disminución de la FC (bradicardia) y vasodilatación de los vasos periféricos. De esa manera regresa la presión a los valores normales2.
2) Los cambios en la PA producen una respuesta de los barorreceptores, destinada a recuperar sus valores normales. Este sistema de regulación se conoce como “reflejo barorreceptor”.
Aburrido, ¿no?, pues esto puede observarlo el lector cuando tose. También ocurre al estornudar, al trata de abrir un bote con tapa de rosca (con más hambre que fuerza) o en alguna que otra necesidad fisiológica que realizan hasta los toreros, por muy valientes que parezcan.
A parte de las situaciones citadas, esta maniobra se empleó en su tiempo para sacar cuerpos extraños desde el oído y para tratar la hipoacusia. Hoy su utilidad  es variada, en medicina, por ejemplo, puede tener función diagnóstica o apoyar las acciones de esfuerzo o “pujo” en un parto. También es muy importante en la inmersión en el buceo, para igualar la presión de nuestros oídos en relación a un aumento paulatino de la presión exterior del agua, tratando de evitar un posible barotrauma.

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