jueves, 3 de noviembre de 2011

La extinción de los gigantes

La expansión de los asentamientos humanos que dominaban la tierra durante el Paleolítico superior (entre hace 35.000 años y 10.000 años) promovió la extinción de al menos dos especies de grandes mamíferos hace unos 16.000 años, según un artículo publicado en el último número de la revista 'Nature'.
El estudio, en el que participa el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), demuestra que la desaparición del caballo ancestral conocido como tarpán ('Equus ferus') y del bisonte estepario ('Bison priscus') se debió a los efectos combinados del impacto humano y el cambio climático, según explica el CSIC en una nota de prensa.
Los autores del trabajo publicado en 'Nature' han estudiado la pauta de extinciones en ese periodo de la primitiva historia humana. En el Pleistoceno, Eurasia y América del Norte perdieron respectivamente el 36% y el 72% de los géneros de megafauna. Esto coincidió con el último máximo glacial de hace unos 20.000 años, que "influyó en la desaparición de muchas de estas especies", explica la investigadora del CSIC en la Estación Biológica de Doñana que ha participado en el trabajo, Jennifer Leonard.
El artículo, cuyo autor líder es el investigador de la Universidad de Copenhague (Dinamarca), Eske Willerslev, evalúa el efecto de ambos factores sobre la extinción o la repentina disminución de las poblaciones de seis tipos de grandes mamíferos (caballos, renos, bisontes, mamuts, rinocerontes lanudos y bueyes almizcleros). Para ello, el equipo de investigación ha analizado 846 secuencias de ADN mitocondrial, 2.996 restos de megafauna y 6.291 residuos de asentamientos humanos de aquella época en Eurasia para establecer la relación espacial y temporal entre las poblaciones humanas y las de dichos animales.
Esta información se ha contrastado, a su vez, con los modelos climáticos de hace 42.000 años, 30.000 años, 21.000 años y 6.000 años. De las variedades evaluadas, cuatro de ellas están actualmente extintas y corresponden al rinoceronte lanudo ('Coelodonta antiquitatis'), al mamut lanudo('Mammuthus primigenius'), al bisonte estepario y al tarpán. El resto de las especies analizadas aún conservan poblaciones vivas. Son el caballo doméstico ('Equus caballus'), al reno ('Rangifer tarandus'), al buey almizclero ('Ovibos moschatus') y al bisonte americano ('Bison bison').
Los resultados atribuyen la extinción del tarpán y del bisonte estepario a la combinación de los dos factores debido a que los restos de ambas especies son los más abundantes en las regiones de asentamientos humanos. Aunque el inicio de sus declives coincide con el último máximo glacial, estos muestran un decrecimiento acelerado que se ajusta a la expansión de las poblaciones humanas hace unos 16.000 años.
Bueyes almizcleros fotografiados en la actualidad. Bueyes almizcleros fotografiados en la actualidad.
Por su parte, la distribución del reno también coincide con los asentamientos prehistóricos y su declive, con el último glacial máximo. Sin embargo actualmente la especie ni siquiera se encuentra amenazada de extinción, lo que, según el artículo, "podría explicarse debido a su alta fecundidad y su flexibilidad ecológica".

Diferencia según especies

Según el estudio, las poblaciones de mamut y rinoceronte no sólo no se vieron afectadas por la presencia humana, sino que aumentaron entre cinco y 10 veces al menos 10.000 años después de su primer contacto con humanos.
Por su parte, la población de buey almizclero no mantuvo relación con los hombres. Sin embargo, al igual que el rinoceronte, descendió súbitamente tras la última glaciación máxima.
Por el contrario, la extinción del mamut es misteriosa ya que su población continuó aumentando tras el evento climático, hasta desaparecer de forma repentina.
La investigadora Leonard explica al CSIC: "Los resultados son especialmente oportunos ahora que intentamos determinar como el actual cambio climático afectará a la fauna". Sin embargo, "los resultados indican que cada especie reaccionó de forma diferente, por lo que la ausencia de un patrón común complica la conservación de especies", concluye.

Ardillas dientes de sable

Su aspecto debía recordar al de una ardilla con grandes y afilados colmillos así que los paleontólogos que han encontrado fósiles de esta especie, ya extinta, la han bautizado como 'Cronopio dentiacutus'. Se trata de un pequeño mamífero que convivió con los dinosaurios hace aproximadamente 96 millones de años en el territorio que hoy ocupa la Patagonia argentina.
Recreación de 'Cronopio dentiacutus'.|J.G
Recreación de 'Cronopio dentiacutus'.|J.G
Un grupo de paleontólogos, liderados por Guillermo Rougier, de la Universidad de Louisville (EEUU), encontraron en 2006 dos cráneos de esta especie. Según aseguran, es el primer mamífero del Cretácico tardío hallado en Sudamérica, por lo que los fósiles aportarán nuevas claves sobre la evolución de estos animales. En concreto, llena un hueco de 60 millones de años en los registros de mamíferos en este continente.
La nueva especie pertenece a un grupo de mamíferos ya extintos denominado drioléstidos y que estaban emparentados con los marsupiales y los animales con placenta actuales. Sus características se describen esta semana en la revista 'Nature'.

Un extraño mamífero

Este pequeño mamífero medía entre 10 y 15 centímetros de longitud, tenía un hocico estrecho y un cráneo pequeño y redondeado. Pero quizás lo más llamativo de su anatomía es el tamaño de sus caninos, a pesar de que los paleontólogos creen que se alimentaba de insectos y gusanos. El investigador Guillermo Rougier no se ha podido resistir a comparar su hallazgo con Scrat, la ardilla protagonista de la película 'Ice Age', a la que cree que debía parecerse.
"'Cronopio' es sin duda alguna el mamífero más extraño que he visto, tanto vivo como extinguido, con su alargado hocico y sus grandes dientes caninos. Lo que hacía con tan extraña morfología quizás pueda averiguarse con posteriores descubrimientos", afirma John R. Wible, conservador de mamíferos en el Museo de Historia Natural Carnegie.
El autor principal del estudio, Guillermo Rougier, asegura que el aspecto de 'Cronopio dentiacutus' era parecido al de Scrat, uno de los personajes de la película 'Ice Age'. El autor principal del estudio, Guillermo Rougier, asegura que el aspecto de 'Cronopio dentiacutus' era parecido al de Scrat, uno de los personajes de la película 'Ice Age'.
El hallazgo, señalan los autores de este estudio, es particularmente importante ya que los cráneos de los mamíferos son muy frágiles y pequeños y no se encuentran con frecuencia. Los fósiles estaban incrustados en una roca situada en una remota área del norte de la Patagonia, en la provincia de Rio Negro.
Los paleontólogos tardaron varios años en desenterrar los fósiles: "Sabíamos que nos encontrábamos ante un hallazgo importante debido a la antigüedad de las rocas y a que habíamos encontrado cráneos", explica Rougier en una nota de prensa.

Cretácico tardío

"Lo habitual es encontrar dientes o fragmentos de huesos de esta época. La mayor parte de la información que hay sobre los primeros mamíferos la tenemos gracias a los dientes, ya que su esmalte es la sustancia que mejor resiste el paso del tiempo. Sin embargo, el cráneo nos ofrece información sobre la biología del animal, permitiéndonos determinar que estamos ante los primeros restos de este tipo del Cretácico tardío encontrados en Sudamérica", explica.
Los autores de este estudio, entre los que también se encuentran los investigadores Sebastián Apesteguía y Leandro C. Gaetano, de la Universidad Maimónides (Argentina), confían en seguir encontrando en esta zona fósiles de especies endémicas que vivieron durante la época de los dinosaurios.
"'Cronopio' vivió en un mundo completamente diferente al nuestro, dominado por los dinosaurios y con una geografía muy distinta. Estos nuevos fósiles nos proporcionan información sobre lo cambiante que es el mundo en que vivimos", afirma Rougier.

martes, 1 de noviembre de 2011

Pruebas de la evolución

Prueba paleontológica
Demuestra la existencia de un proceso de cambio, mediante la presencia de restos fósiles de flora y fauna extinguida y su distribución en los estratos. Numerosas formas indican puentes entre dos grupos de seres, como es una forma intermedia entre reptil y ave presentada por el Archaeopteryx, verdadero ejemplo de la evolución desde los pequeños dinosaurios del Mesozoico y las aves actuales.Otro ejemplo es la evolución de los caballos para adaptarse a las grandes praderas abiertas por las que corrían.
Archaeopteryx
Evolución de los caballos
Prueba de anatomía comparada
Distintas especies presentan partes de su organismo constituidas bajo un mismo esquema estructural, apoyando una homología entre órganos o similitud de parentesco, y por tanto de un origen y desarrollo común durante un periodo de tiempo. Ejemplo: las extremidades anteriores de los humanos, murciélagos o ballenas, cuya estructura, tipo de desarrollo embrionario o relación con otros órganos, es básicamente la misma. Existen órganos homólogos llamados vestigiales, que se mantienen presentes en cada generación y que sin embargo no realizan función alguna; por ejemplo, en los seres humanos el coxis es un remanente de la cola; otros órganos vestigiales son el apéndice o las muelas del juicio.
Los órganos que desempeñan la misma función, pero tienen una constitución anatómica diferente se llaman ÓRGANOS ANÁLOGOS, como el ala de un insecto y el ala de un ave que ya hemos visto, y representan un fenómeno llamado CONVERGENCIA ADAPTATIVA, por el cual los seres vivos repiten fórmulas y diseños que han tenido éxito.
Si los órganos desempeñan funciones distintas pero tienen la misma anatomía interna se llaman ÓRGANOS HOMÓLOGOS, como son el ala de un ave o la aleta del delfín, y representan la DIVERGENCIA ADAPTATIVA, por la cual los seres vivos modelan sus órganos según su modo de vida, el ambiente en que están, etc.
El estudio de la anatomía de distintas especies nos enseña que existen muchas que se parecen mucho, ya que son especies evolutivamente próximas, separadas por una diferente adaptación a medios distintos, es decir, que poseen órganos y estructuras orgánicas muy parecidas anatómicamente ya que tienen el mismo origen evolutivo, son lo que denominamos ÓRGANOS HOMÓLOGOS, como por ejemplo, la aleta de un delfín y el ala de un murciélago, son órganos con la misma estructura interna, pero uno es para nadar y otro para volar.
Al mismo tiempo, existen también especies muy separadas evolutivamente que se tienen que adaptar al mismo medio, y por lo tanto desarrollan estructuras similares, los llamados ÓRGANOS ANÁLOGOS, que son patrones anatómicos que han tenido éxito en un medio concreto y por eso varias especies lo imitan.
Prueba bioquímica comparada
Se han encontrado homologías de carácter bioquímico que constituyen una de las características más destacables de la escala evolutiva. Ejemplo: la hemoglobina de los eritrocitos sólo se diferencia en 12 aminoácidos entre un humano y un chimpancé; básicamente presenta la misma estructura en todos los vertebrados.

Prueba embriológica
En todas las especies se encuentran características ancestrales similares en el desarrollo embrionario, y que desaparecen durante dicho proceso. Por este hecho, Ernst Haeckel enunció en 1866 la teoría de la recapitulación que se resume en: la ontogenia es una recapitulación de la filogenia, es decir, la ontogénesis o desarrollo individual, es un compendio de la filogénesis o desarrollo histórico de la especie.
Prueba de Adaptación / Mimetismo
En 1848 se descubrió en Manchester una mariposa (Biston betularia) que mutó al color negro, después de que se hubiese adaptado al ennegrecimiento de los troncos de abedul producido por los humos de las fábricas. Estas mariposas (originalmente de color blanco) se posaban sobre los troncos con las alas extendidas, siendo fácilmente detectadas por las aves. El genetista H.B.D. Kettlewell pudo verificar este hecho en 1955; tras liberar mariposas marcadas con colores claros y oscuros, recuperó el doble de oscuras que de claras. Las aves actuaron aquí como agentes de la selección natural. El Mimetismo tiene un mecanismo similar al de la adaptación; mediante esta característica los animales pueden confundirse para no ser detectados, sea mediante la adopción de ciertas formas, o cambios momentáneos de color de la piel acordes con el entorno.
Prueba de distribución geográfica
El hecho de que no exista una presencia uniforme de especies en todo el planeta, es una prueba de que las barreras geográficas o los mecanismos de locomoción o dispersión han impedido su distribución, a pesar de que existen hábitat apropiados para su desarrollo, como es el caso de Australia, donde los zorros y conejos han sido introducidos artificialmente. Los pinzones que Darwin observó en las Galápagos, por ejemplo, son una prueba más de las adaptaciones evolutivas independientes a partir de sus antecesores locales, dada la imposibilidad de migración de esas especies.
Prueba de la  domesticación
Son un claro ejemplo de cambios evolutivos provocados en este caso por la mano del hombre. Las actividades agrícolas o ganaderas de los humanos, han proporcionado campo de experimentación en animales y vegetales; así, se ha logrado una gran variabilidad de formas muy diferentes de los especimenes ancestrales; ejemplo: los cruces entre razas de perros, caballos, vacas, ovejas, gallinas, o plantas comestibles, sobre todo cereales. Todo ello resultado de cambios evolutivos controlados.